
Durante el proceso de gestación es necesario conocer qué anomalías puede tener la placenta y son conocidas como “placenta previa”, “desprendimiento de placenta” y “placenta acreta”.
¿Qué anomalías puede tener la placenta?
Desde el momento de la concepción, nuestro cuerpo comenzará a generar un nuevo órgano: la placenta, que nos acompañará durante todo el embarazo.
Durante las 40 semanas, la placenta se encarga de
- proveer nutrientes y oxígeno a nuestro bebé;
- liberar estrógeno, progesterona y hCG (gonadotropina coriónica humana u “hormona del embarazo”);
- filtrar toxinas y sustancias químicas que no deben llegar a nuestro hijo o hija.
Si bien es inusual, existen ciertas anomalías relativas a la placenta que pueden generarse durante el embarazo.

Anomalías en la placenta: placenta acreta, desprendimiento de placenta y placenta previa
Placenta previa
Se llama “placenta previa” cuando la placenta se desplaza de su lugar y llega a cubrir parte o todo el cuello uterino. 1 de cada 250 embarazadas sufre esta complicación.
Existen diferentes tipos de placenta previa:
- Marginal, cuando se extiende a los bordes del cuello uterino.
- Parcial,cuando se cubre una porción del cuello.
- Placenta previa completa.
Como signos, presenta
- hemorragias dolorosas en el tercer trimestre,
- contracciones prematuras,
- un posicionamiento anormal del bebé
- un agrandamiento exagerado del útero.
A su vez, son factores de riesgo la edad avanzada de la mamá, gran cantidad de embarazos y el haber tenido alguna cirugía de útero.
El tratamiento, si no se sufren hemorragias, es reposo: la mayoría de las placentas previas se corrige con descanso. Se hace necesaria la hospitalización para llevar al bebé a su semana 36 si hay hemorragias. Si son muy graves, puede recurrirse a transfusiones.
Desprendimiento de placenta
El desprendimiento de placenta se da naturalmente en el momento del parto, pero es una anomalía si sucede antes de tiempo, ya que se obstruye o detiene completamente el flujo de oxígeno y nutrientes hacia nuestro bebé.
Se da en 1 de cada 120 embarazos, y entre sus factores de riesgo está el padecer diabetes gestacional, hipertensión arterial, fibromas o preeclampsia, fumar o consumir drogas, tener edad avanzada y/o cargar un embarazo múltiple.
El principal signo de un desprendimiento es un sangrado muy oscuro. También podemos sentir
- dolor abdominal,
- náuseas,
- calambres,
- sed excesiva,
- contracciones continuas e intensas,
- y hasta desvanecimientos.
Se la clasifica en tres graduaciones:
- 1º grado si el sangrado es leve
- 2º grado si el sangrado es moderado, hay contracciones y latidos fetales deficientes
- 3º grado si hay sangrado severo, dolor y contracciones muy intensas.
El tratamiento depende de la salud del bebé: si no presenta signos de sufrimiento, se procurará que el embarazo continúe, si bien monitoreado de cerca. En caso contrario se recurrirá a una cesárea.
Placenta acreta
La placenta acreta es el caso contrario: se da cuando la placenta se une demasiado firmemente a las paredes del útero, imposibilitando la expulsión en el parto. Se da en 1 cada 2500 embarazos, es la más rara de las anomalías.
Si no es detectada antes del parto, puede provocar la ruptura del útero y consiguiente infertilidad. Si se la diagnostica con algún ultrasonido, se planifica una cesárea especial para salvar al útero.